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Problemas y riesgos por el uso de piercings orales
El piercing (anglicismo que proviene del gerundio del verbo to pierce – agujerear, perforar, atravesar) es el resultado de perforar una parte del cuerpo humano para insertar aretes u otras piezas de joyería. Vamos, extender los pendientes de toda la vida a cualquier otra parte de cuerpo.
Estos ‘adornos corporales’ no son nuevos. Desde la antigüedad, diferentes culturas han practicado el perforado como rito o como reflejo de determinados valores tribales, religiosos, espirituales, de posición, etc. Hoy en día, su aplicación se asocia más a modas y a gustos personales.
Sin olvidar los riesgos inherentes a esta práctica en cualquier parte del cuerpo (infecciones, rechazo, alergias, hemorragias, etc.), vamos a centranos en las posibles consecuencias de los piercings orales (lengua, labios, mejillas, frenillo, úvula, etc.) para la salud bucodental.
- Alto riesgo de infección (bacteriemia) debido a la elevada presencia de bacterias y humedad en el interior de la boca que, además, dificultan la cicatrización de los tejidos.
- Lesiones vasculares y/o nerviosas. La boca no es el lóbulo de la oreja. Muchos nervios y vasos sanguíneos pueden verse afectados en el momento de la perforación.
- En el caso de la lengua, también pueden producirse hemorragias y/o alteraciones del gusto y/o a la forma de mover la boca.
- Babear en exceso: una lengua perforada puede aumentar la producción de saliva.
- Alergías, especialmente si los materiales o aleacciones utilizadas en el piercing incluyen níquel.
- Desgastes, astillados y fracturas dentarias bien por ‘jugar’ con el piercing con la lengua, bien de forma natural al comer, beber o hablar. Los casos más leves, pueden arreglarse con empastes o coronas; los más graves pueden requerir endodoncias o extracción de dientes.
- Resección gingival (especialmente en el caso de piercing labiales): retracción de las encias que favorece la pérdida de sujección del diente y, como consecuencia, su movilidad y hasta su pérdida.
- Periodontitis tras una gingivitis no tratada adecuadamente ocasionadas por la acumulación de placa bacteriana y sarro.
- Halitosis (mal aliento) producida, también, por la acumulación de placa bacteriana.
- Alteraciones en el habla, especialmente en los fonemas alveo-dentales (palabras que contengan las letras r, s, t, l).
- Problemas en la masticación.
Ningún odontólogo te va a recomendar el uso de piercings orales. Si, a pesar de sus posibles riesgos, decides ponerte uno:
- Elige bien dónde, cómo y que piercing te vas a poner y, sobretodo, quién te lo va a poner.
- Sé consciente de que un piercing requiere una atención constante y de que debes extermar las medidas de higiene bucodental.
- Acude rápidamente al médico ante cualquier síntoma de infección (fiebre, enrojecimiento, temblores y escalofríos).
- Visita periódicamente a tu odontólogo para evitar y detectar la aparición de infecciones y otros problemas derivados.
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